Elegí ser enfermera por la cercanía que tendría con los pacientes. Soy muy profesional en mi trabajo y cumplo con las reglas.
El amor está en un segundo plano, hasta que este doctor se metió en mi cabeza, es hermoso y tiene una severidad que me atrae, pero a la vez me disgusta.
No puedo dejar de pensar que no lo quiero solo en mi mente… también lo quiero en mis pantaletas. Sus manos firmes sosteniéndome, su boca en mi cuello, su olor embriagándome y haciéndome olvidar que estamos en la sala del Hospital.
Ya sufrí por un hombre y no pienso dejar que venga otro tipo a romperme el corazón, por muy musculoso y guapo que sea, pero cada día necesito más de él.
¿En qué terminará todo esto?
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